En la actualidad, las empresas no solo enfrentan desafíos competitivos y tecnológicos, sino también ambientales. La urgencia del cambio climático, junto con la volatilidad de los precios de la energía y la demanda de los consumidores por prácticas más sostenibles, ha creado una confluencia de factores que lleva a las empresas a replantearse cómo abordan sus necesidades energéticas.
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